Las vacaciones pueden estar a la vuelta de cada esquina gracias a nuestro caravan style. Hoy os ofrecemos una ruta de interior para deleitarnos en cada pueblo, perfecta para una escapada breve o para los que huyen del turismo de playa.
Ávila tiene pueblitos dignos de visita donde comer bien y pasear. Cerca de Madrid y con un aire rural muy auténtico. Navas del Marqués, Zapardiel, Puerto de la Lancha son una mezcla de paisaje y pueblo que nos anima a salir en ruta. Están todos a un tiro de piedra y esperando a que los aprovechemos .
La entrada en Avila por Peguerinos siempre es sorprendente. Con nieve es una sucesión de postales y en primavera, con el piorno amarillo y miles de flores silvestre nos encontramos en unos de los mejores lugares para conducir despacio nuestra autocaravana y aprovechar para dar un buen paseo en bicicleta. El otoño es otro momento precioso.
Navas del Marqués puede ser un buen punto de parada, a tan sólo una hora de Madrid. En su municipio cuentan con varias rutas balizadas para el gusto de los más senderistas, con diferentes niveles de dificultad que se pueden hacer a pie o a caballo. Algunas nos llevan por riscos, otras por antiguas trincheras militares, robledales, pinares y miradores bastante interesantes que recorrer en cualquier época del año.
Por supuesto no debemos dejar de visitar el castillo Palacio de Magalia, ordenado construir por el Marqués de las Navas Pedro Dávila y Zuñiga en el siglo XVI, además del convento de los dominicos. Hay tours guiados que nos muestran estos dos monumentos del pueblo Iglesia Parroquial de San Juan Bautista y Ermita del Santísimo Cristo de Gracia.
Obviamente el día hay que completarlo con una vuelta por su casco de casas blancas y de paso probar el pote navero (una variedad de patatas revolconas picantes irresistibles), las morcillas de la zona, la carne de ternera de Ávila o los chicharrones.
El desvio desde Zapardiel nos lleva a otro tipo de escenario. A medida que la carretera va ascendiendo, la vegetación se transforma. Los chopos en robles, los robles en piornos. En la cresta de la sierra los aerogeneradores marcando el horizonte.
Si somos aventureros tomaremos rumbo al norte por la AV501 por el camino del Puerto de la Lancha y después el Puerto de la Cruz, elevando la vista por un camino de molinos de viento y subiendo en altitud hasta ponernos directamente bajo la Sierra de Ojos Albos. Si paramos en este puerto hay caminos preparados para caminar al lado de las cumbres.
La suerte de este camino es que está poco concurrido. Aunque la carretera es estrecha está bastante bien asfaltada y nos permite ir tranquilamente de paseo subiendo poco a poco y terminando con unas divertidas curvas. En primavera además podemos sentirnos observados por la diversidad de rapaces que surcan esos mismos cielos.
Por aquí llegaremos a Santa María del Badillo, un municipio en la frontera con Segovia que se divide en dos pueblos, Aldeavieja y Blascoeles. Aquí contaremos con numerosos monumentos para sentirnos señoriales. Su estilo herrerillo y su retablo son razones para parar en el santuario de la Virgen de Cubillo. Junto a ella la Iglesia y la Ermita de San Sebastián, la Ermita del Cristo de la Luz, la fuente del siglo XIV o el Vía Crucis del siglo XVII.
Aldeavieja es un buen sitio para aparcar. Desde aquí podemos seguir un camino sencillo a pie para subir al monte pelado y disfrutar de la panorámica. No obstante si queremos refrescarnos en la naturaleza también podemos caminar por el robledal de El Valle que se salpica de diferentes flores a lo largo del año: violetas en marzo-abril, anémonas, manzanillas o rosas silvestres en primavera, así como tomillo o mejorana. Su edificio más emblemático es la iglesia de San Sebastian, aunque el aliciente de la estancia es recorrer los alrededores con sus caminos y sus ermitas en sus afueras, como la Ermita de la Luz o San Cristóbal o el santuario de la virgen, que está a tres kilometros entre este pueblo y Blascoeles.
Para comer no hay perdida, ya que hay un solo bar en el pueblo que se llama El molinero. Que sea el único no impide que sea bueno por ‘comparación’, sus pinchos están ricos y en invierno su chimenea de leña lo hace aún más acogedor.
Blascoeles, a pocos kilómetros, ofrece una ruta interesante para el camino si aparcamos nuestra van para admirar sus construcciones de pizarra únicas en la zona. El camino de 8 kilómetros hacia Maello nos hace amar la roca abulense que se muestra en variedad de tonalidades, desde la oscura pizarra, pasando por el pardusco granito hasta llegar a tierras rojizas con reminiscencias volcánicas cuando atardece y nos preguntamos si estamos en Marte o en Lanzarote. Esto se debe a que debido a las altas temperaturas y presiones ha producido espectaculares explosiones de las rocas. Esta variante no la recomendamos para el mes de agosto, a pesar de que la ruta queda cerca del río Cardeña y Cardiel.
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