Una ruta camper por las solitarias, tranquilísimas pero interesantes localidades manchegas siempre nos guarda siempre sorpresas. Los pueblos que te ofrecemos a continuación puede ser una manera de explotar nuestras ganas de viajar en autocaravana, sin ir muy lejos de casa, gastar demasiada gasolina y a la vez conociendo parajes cercanos pero todavía desconocidos de la piel de toro.
Tembleque presume de ser la típica localidad toledana. Calles tranquilas y, en ocasiones, reviradas, y un encanto rural solitario muy propio de esta región. Su plaza del ayuntamiento porticada del siglo XVII es un lugar atractivo, aunque en verano quizás quieras buscar sobra en las calles aledañas, con paredes de cal blanca, pequeños balcones muy recogidos y calles empedradas. El Palacio barroco de las Torres es otro lugar interesante, al igual que la ermita de la Veracruz.
Pero lo mejor son los molinos, ubicados en un monte a la salida del pueblo. Son réplicas de los originales del siglo XVI, pero transmiten el mismo efecto. El camino no está asfaltado, pero el camino es fácil para cualquier vehículo.
Tembleque nos deja varios lugares para “aposentar” nuestro vehículo con comodidad y seguridad, teniendo siempre en cuenta las limitaciones que propone la legislación. En todo caso, muy cerca, en la carretera del cementerio de la localidad de Mora, disponemos de un área de autocaravanas gratuita donde cambiar las aguas grises y negras del camper.
Viñedos, olivos y campos de cereal marcan los trabajos del campo a lo largo de año. Cada pueblo parece tener sus preferencias. A poco más de 40 kilómetros, media hora por la CM-410, recalamos en Quintanar de la Orden, otro pueblo pintoresco de Toledo con casa blasonadas, varias iglesias y una plaza de toros del siglo XIX que demuestra la importancia de la fiesta en muchas localidades españolas. La iglesia del XVI tiene dos atrios muy bonitos y una torre cuadrada de aspecto defensivo.
La cocina manchega se basa en la caza, con deliciosas perdices escabechadas y variados guisos de pastor, además del clásico gazpacho manchego y las migas. Si nos gusta el buen mantel podemos ir al restaurante Granero, un negocio familiar de gran fama en la localidad, aunque tenemos diversas opciones para elegir si preferimos tapear.
Si queremos aparcar mejor, eso sí, hay que recurrir a El Toboso, muy cerca de Quintanar, donde hay un parking gratuito que nos da algo de sombra y buen traro.
Campo de Criptana, con sus famosos molinos, es una parada obligada en esta ruta manchega. Ubicada en Ciudad Real, esta localidad inspiró a Cervantes para crear esos gigantes contra los que se enfrentó el entrañable Don Quijote. Además, el pueblo da para un barrio popular completo, el del Albaicín, con fachadas de colores y aires árabes, además de calles reviradas y una buena serie de ermitas y construcciones religiosas. Pero ojo, el museo de Sara Montiel, nacida en Campo de Criptana, le añade un toque adicional de interés cultural.
Además de la decena larga de molinos, la casa cueva de la pastora Marcela es otro lugar interesante. Una casa excavada en la roca que conserva las diversas dependencias originales, aunque no es la única vivienda excavada en toca que permanece en Campo de Criptana. Si llega la hora de comer y apostamos fuerte, Las Musas es una excelente opción de comida típica del lugar: gachas, migas, gazpachos, perdices, todos ellos platos sencillos pero de excelente elaboración.
El área de autocaravanas de Campo de Criptana, con vaciado de aguas, duchas y otros servicios, es de pago pero nos puede servir como centro de operaciones durante esta etapa de nuestro viaje. Está en la calle Colón 85 del mismo pueblo.
De nuevo por la CM- 420 y a apenas ocho kilómetros, en diez minutos nos plantamos en otra localidad muy interesante. Alcázar de San Juan nos ofrece una bonita plaza, la de Santa María, con una estatua de homenaje a Cervantes, y una alcazaba amurallada que ha sido testigo de todos los dimes y diretes históricos de la localidad. No faltan ni siquiera los yacimientos romanos ni, por supuesto, una iglesia de categoría como la de Santa María la Mayor. El Museo Municipal de Alcázar profundiza en ese legado arqueológico que se remonta a la prehistoria, no solo a los romanos, mientras el museo del Hidalgo hace lo propio en la obra cervantina.
Alcázar de San Juan tiene un área gratuita para nuestro vehículo, con posibilidad de limpiar las aguas grises y negras así como hacer la compra y pasar a nuestra mascota. Está en la calle PJ Morotones 113. Muy cerca está la de pago, con 11 excelentes plazas, los mismos servicios y muchos más, además de la posibilidad de servir de punto de acceso a rutas de senderismo y BTT, además de estar cerca del área de baño. Está en la calle Tomelloso.
Llega la hora de afrontar el final de la ruta. Primero por la CM-42 y luego por la 420 llegamos a Puerto Lápice, pueblo de Ciudad Real que ofrece nuevas y maravillosas etapas con molinos recortados a contraluz. De nuevo se antoja necesario comenzar la visita por la Plaza Mayor, citada varias veces en el Quijote, y desde ahí podemos montar un pequeño gran paseo hasta los molinos. Por el camino, iglesias como la de Nuestra Señora del Buen Consejo nos amenizarán el camino, haciéndonos todavía más conscientes de que estamos ante un pueblo manchego en toda regla.
Podemos estar tranquilos en Puerto Lápice, localidad en donde no falta preparación para el mundo camper. El área de la calle Calatrava tiene todos los servicios imaginables, además de servir de punto de acceso a rutas de moto, bici o senderismo. Muy cerca, en la autovía Madrid Andalucía (km 132) encontramos otra también muy preparada para reponernos, avituallarnos y renovar las aguas del vehículo. Ambas son de pago.
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