RUTA POR SEGOVIA EN AUTOCARAVANA

El ocio en caravana es ocio en libertad. Pero en ocasiones no hace falta irse muy lejos para disfrutar de ella. Esta ruta por Segovia permite redescubrir esta región tan cercana y, en ocasiones, tan desconocida, que ofrece multitud de oferta cultural, gastronómica y deportiva.

Villacastín es una de las villas más conocidas de la región y una joya castellanoleonesa sin discusión que, en tiempos medievales, llegó a rivalizar con la mismísima Segovia. Ofrece multitud de lugares de interés, desde la iglesia parroquial de San Sebastián hasta el Palacio de los Condes de Alba Real, todo enclavado en un pueblo pintoresco y con buena atmósfera, aunque lo bastante tranquilo si lo que queremos es una escapada rural para descansar. Un paseo por los soportales de su centro histórico ya es suficiente para meternos en ambiente.

Los placeos señoriales de los Madrazo o lo de los Condes de Campo Alanje  elevan el listón y añaden variedad a la clásica arquitectura religiosa medieval. Ojo aquí a los embutidos y chacinas propias con varios secaderos de jamones en la localidad.   En las cercanías de Casa Marcial  permiten la pernocta  con  las facilidades de un buen restaurante y con precios muy razonables.

Algo parecido sucede con Muñopedro,  que es  otro enclave rural entre pinares, perfecto para una escapada en pleno sistema central. De aquí parten no pocas rutas turísticas que complementan sus lugares de interés, como su bonita iglesia de San Miguel, sin duda alguna su principal monumento, pero también ermita de Santa Ana o la de la Virgen del Buen Suceso.

Ahí está, sin ir más lejos, la ruta que sale desde el Granero de El Escorial hasta Segovia, y que a su paso por Muñopedro por la SG-322 permite detenerse a observar las bondades del pueblo. Muñopedro da exactamente aquello que esperamos de un municipio de poco más de 300 habitantes y consagrado al cultivo de trigo y cebada: tranquilidad, silencio, caseríos típicos y un buen número de lugares de interés que salpican su entorno.

Marugán es otro lugar de interés indiscutible a menos de 30 kilómetros de la capital segoviana e inserto en los valles del Voltoya y Zorita, una extensa zona de pastizales poblada por pinos y encinas, hogar de la cigüeña negra y el águila imperial ibérica.

Un municipio cuyo nombre deriva del árabe y que, ya en sí mismo, delata la rica y extensa historia de la villa, que comenzó su historia a la sombra de la abadía agustina de Santa María Real de Párraces. La desamortización de Mendizábal, como en tantas otras localidades, alteró completamente el devenir de su historia, pero no la existencia de importantes monumentos como la iglesia de San Nicolás de Bari, de influencias renacentistas, o la ermita de Siete Fuentes. El cordero lechal y el cochinillo asado, entre otros productos de matanza, están deliciosos.

Cerca de Marugán hay un interesante camping de verano en el camino de Fuentemilanos a Valverde del Majano con todos los servicios necesarios para apostar nuestro vehículo por las noches.

Y luego está un lugar que nunca falla.  Segovia es un enclave bucólico en sí mismo, aunque en ella encontremos ya todas las virtudes y servicios de una gran ciudad. Ofrece por tanto una amplísima oferta gastronómica, cultural y de ocio. Naturalmente, y dejando de lado su emblemático acueducto romano (que no deberíamos dejar de visitar), su alcázar es una visita absolutamente imprescindible.

Este enclave de puro cuento de hadas tiene influencias romanas, moriscas y renacentistas, y su historia es rica en anécdotas e historias, desde Felipe II hasta Juana la Loca. No contentos con esto, los segovianos todavía pueden permitirse el lujo de degustar diariamente sus murallas medievales y su formidable catedral gótica, y por supuesto pasear por la Judería, plagada de turísticos pero interesantes restaurantes.

En Segovia podemos recurrir al área de Segovia, un espacio para camper en la calle Campo Azalvaro, en pleno tejido urbano de la ciudad, con todos los servicios imaginables para nuestro vehículo.

Una escapada segoviana no estaría completa sin una visita al Palacio de Riofrio, una joya arquitectónica nacida como un lugar de destierro para la realeza (en concreto, Isabel de Farnesio, mujer de Felipe V, y Francisco Asís de Borbón), inicialmente concebida al modo del Palacio Real de Madrid, pero decorado en su interior con un ecléctico y variado estilo en el que cada habitación tiene una atmósfera y estilo diferente.

A su alrededor, el bosque de Riofrío, que bien da para una escapada perfecta para caminar con niños por su facilidad y escasa duración. En sus bosques no es difícil atisbar la presencia de ciervos y games, que sobre todo en época de celo se dejan ver con frecuencia en los alrededores.